El portafolio
pedagógico, fácilmente, se puede concebir como una colección estructurada de
evidencias de aprendizajes, donde se denotan procesos metacognitivos que
provienen de diferentes fuentes organizadas en unidades.
El Portafolio.
Es la recopilación de trabajos del estudiante que se enfoca en mostrar su
progreso en el tiempo. Cuando hablamos de valoración del Portafolio estamos
aludiendo a la recopilación sistemática, durante un período de tiempo
determinado, de trabajos del estudiante que se analizan para mostrar el
progreso alcanzado respecto de los objetivos de instrucción establecidos.[1]
Es así como el portafolio de aula es asumido como portafolio pedagógico por
su categoría integral de evidencia de aprendizajes. Así, se convierte en una
herramienta fundamental e importante para el trabajo en el aula no solamente
disciplinar sino multidisciplinar e interdisciplinar, en cuanto a que los
estudiantes no sólo aprenden en un área sino que pueden integrarlas todas en su
portafolio, ya que éste no se acaba sino que se alimenta a diario con material
y con elementos reflexivos del estudiante para y sobre su proceso de
aprendizaje.
En esta dirección, los portafolios pedagógicos, para los docentes se
convierten en una herramienta que permite visualizar la forma de aprender de su
estudiante y sus estructuras de pensamiento, además de facilitarle una
estrategia de organización y desarrollo de su creatividad.
Con relación a los Portafolio Pedagógicos, el colectivo
de docentes investigadores de la universidad de la amazonia y que hacen parte
del grupo INAPE, liderado por la profesora Amparo Flórez, sostienen que el
Portafolio Pedagógico:
Es
una herramienta de carácter pedagógico que promueve la reflexión de estudiantes
y maestros, a partir de la colección de evidencias de aprendizaje previamente
seleccionadas y organizadas según campos de interés; cumple la función de ser
mediador en la comprensión de procesos de pensamiento, lo que permite la
transformación de los esquemas mentales, la autonomía y el desarrollo de cambios
en lo social y en lo valorativo.[2]
De ahí que los portafolios pedagógicos se conciben como
una estrategia pedagógica que permite recopilar, reestructurar y evaluar, los
procesos de enseñanza y aprendizaje al nivel individual, sin embargo, la
intencionalidad valorativa del portafolio lo hace herramienta imprescindible
para evaluar procesos de aprendizajes desde la colectividad.
Es un mediador para comprender procesos
personales conscientes que transforman el funcionamiento y los esquemas
mentales, que promueve procesos de autonomía cognitiva y cambios de orden
valorativo y social en la construcción de conocimiento y en la apropiación de
aprendizajes, particularmente cuando se aplica la co-evaluación.[3]
Para que haya transformación de los esquemas mentales y
se comprendan los procesos de transformación personal y cognitiva, es necesario
que haya metacognición.
Los procesos metacognitivos suponen un trabajo de
autorregulación, de reconocimiento sobre las capacidades y el desarrollo de
nuevas estrategias de trabajo académico; estrategias que ayudarán a que el
educando logre obtener más y mejores resultados. La metacognición abre las
puertas para que tanto docentes como estudiantes evalúen sus “comportamientos”
académicos y pedagógicos, como lo manifiesta Martín del Buey:
La metacognición se refiere al conocimiento del conocimiento, el
pensamiento sobre el pensamiento, y se trata de procesos autorregulatorios del
funcionamiento de procesos cognitivos más específicos (…) Tienen una
importancia capital en el aprendizaje. Son los sistemas de alerta y de
consciencia que han de acompañar a toda labor intelectual. Su ausencia en los
alumnos y alumnas provoca grandes pérdidas de tiempo en el estudio con pobres
resultados. Su presencia se correlaciona con una alta capacidad intelectual,
eficacia y eficiencia en el trabajo.[4]
En síntesis, cuando se habla de metacognición y procesos
metacognitivos, se hace alusión a la capacidad que tiene la persona para evaluar
sus propios aprendizajes, para determinar ritmos y estilos de aprendizajes,
para formular, diseñar y aplicar estrategias que permitan controlar, y evaluar
sus procesos de aprendizaje.
De otro lado, lo que imprime esa adjetivación de
pedagógico, se ve reflejado en la forma como se puede evaluar dicho proceso, es
decir, en la facilidad que ofrece, tanto a los estudiantes como a profesores,
para regular, mejorar y perfeccionar los trabajos académicos. Lo pedagógico
está en la medida de resignificar las prácticas en el aula de clases, esto
significa, que el maestro busca alternativas de solución a las falencias
identificadas en la producción intelectual de los estudiantes, y en
consecuencia evalúa otras estrategias que visualicen un mejor desarrollo de
competencias tanto interpretativas como productivas. Es el profesor, a través
de su formación e interacción disciplinar quien ayuda a que el educando obtenga
los mejores resultados en sus prácticas académicas.
En esta perspectiva, la profesora Raquel Barragán Sánchez, docente de la
Universidad de Sevilla España, expresa que los Portafolios, aunque
etimológicamente se conciben como “cartera de mano”, éstos han sido
fundamentales para el proceso de aprendizaje de los estudiantes; asimismo
plantea que:
Podemos
decir que en el
campo de la educación, el portafolio se convierte en una metodología de
enseñanza y evaluación que hace su aparición como metodología alternativa a
aquellas de corte puramente cuantitativo, se trata realmente de un
procedimiento de evaluación de trayectorias de aprendizaje que se basa en las
ejecuciones y logros obtenidos por los participantes en dichas trayectorias y
que además incorpora el valor añadido de su potencial de aprendizaje.[5]
En sí el acto
pedagógico debe reorientar las prácticas académicas, y éstas deben ser
enfocadas y dinamizadas desde una concepción pedagógica. Para Barragán, es
claro que los docentes deben traspasar la frontera de la evaluación
tradicional, memorística y repetitiva, pero también es cierto que éste debe
incorporar dentro de sus prácticas académicas, estrategias didácticas y
pedagógicas que ayuden a fortalecer los procesos de enseñanza aprendizaje del
discente. Para ello, está de acuerdo y asume el trabajo con los portafolios
pedagógicos como una nueva forma de hacer más práctico el trabajo en el aula;
en donde el estudiante aprende a valorar y evaluar sus niveles de aprendizajes.
En fin, los portafolios pedagógicos son una selección deliberada de
trabajos que lo alumnos han realizado durante un tiempo determinado, y que en
cierta forma cuentan la historia de sus
esfuerzos, sus progresos, sus logros y sus ideas. Es un registro del
aprendizaje y su reflexión sobre sus tareas.
Con el objeto de comprender la utilidad de los
portafolios pedagógicos en el contexto educativo, se da a conocer a
continuación, la forma como se estructura dicha estrategia pedagógica.
[2] FLÓREZ SILVA, Amparo, et al. Transformaciones
de las Prácticas Evaluativas a través de los Diarios y los Portafolios Pedagógicos.
En: EQUIPO DE INVESTIGACIÓN ACCIÓN
PEDAGÓGICA INAPE. Florencia: Universidad de la Amazonía, 2010.
[3] Ibídem, 2010.
[4] DEL BUEY, Francisco Martín, et al.
Procesos Metacognitivos: Estrategias y Técnicas. Internet: http://www.profes.net/rep_documentos/Monograf/1PEI_ProcMetacognitivos_b.pdf
[5] BARRAGÁN SÁNCHEZ,
Raquel. El Portafolio, metodología de evaluación y aprendizaje de cara al nuevo
Espacio Europeo de Educación Superior. Sevilla (España): En Revista Latinoamericana
de Tecnología Educativa. Volumen 4. Número 1, pág. 123
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